Por más discreta que se muestre, la bugambilia, siempre capta la atención.
De mil amores, cambiaría su protagonismo con cualquiera que quisiera su lugar.
Porque su belleza, la condena y le impide andar por ahí, sin suscitar reacciones.
Sé la de falsos que le han endilgado los abrojos, quienes no dejan de sentir envidia y se llenan de espinas, en vez de lucir sus amarillas flores.
Unos quieren lo que otros pueden, aunque no quieran y viceversa. Lo de vivir es así de incomprensible.